2 años sin Brando, escrito al estilo Brando



En las próximas semanas se cumplirán dos años de la muerte de Marlon Brando. El chico malo Marlon Brando, que el grupo nacional “La Pozze Latina”, homenajeaba en su ultrasonado tema “Chica Eléctrica”. El verdadero rebelde de Hollywood. Sí, hasta cuándo con esa farsa de que James Dean lo es, si no es así. Brando es el rebelde por esencia en la vida real y en el cine, el que mandó a la punta del cerro al mismísimo Kubrick, cuando preparaban el rodaje de “El Rostro Impenetrable”. Finalmente Kubrick se retiró del proyecto y fue Brando quien dirigió.
Dice la leyenda que James Dean admiraba tanto a Marlon Brando que lo llamaba reiteradamente para pedirle consejos. Dean le llegaba al hombro a Brando. Literalmente. En los reportajes del año pasado sobre el aniversario de “Rebelde sin Causa”, se intentaba seguir mitificando la idea de la gran capacidad actoral de Dean y que cómo había llegado a la interpretación desde un pasado tan difícil. Y seguramente se va a seguir con esa sobrevaloración por muchos años más. Pero diablos, pobre Marlon. Él sí que sufrió. Pero bueno, el comentario sobre su vida personal, es sólo para aclarar que él era en verdad quien mandaba a la mierda a todos y no Dean. Dean era un afeminado al que le gustaba que le apagaran los cigarrillos en la espalda (y no es mentira). Y no digo con esto que no tolere a los afeminados, pero no me vengan a hablar de rebeldía y de ícono popular de la agresividad generacional, porque no lo fue.
Pasando a otra cosa, todavía se espera el supuesto DVD en que Brando enseña a actuar. Todavía se espera su segunda aparición en Los Simpsons. Recordemos la primera en donde le decía a Homero: “soy el actor más gordo, pero también soy el mejor”. Lo más cómico es que probablemente Brando no tenía idea quienes eran Los Simpsons.
El cine estadounidense siempre criticado, siempre aborrecido, tiene en Brando a alguien con el que pueden salvarse y no recibir absolutamente ningún dardo. Sí, no me vengan con cosas. No, ninguno mejor que él. Peter O'Toole? No. Anthony Quinn? No. Paul Newman? No.
“Un Tranvía llamado deseo”, de Elia Kazan y la imagen que quedó inmortalizada con Brando con la musculosa sudada, y gritando como loco desde el patio a su sufrida esposa -Stella-. “Nido de Ratas” y la consagración definitiva en manos de un boxeados decadente –Terry Maloy- que termina masacrado por una golpiza. 1966 y el pueblo desenfrenado que propone Arthur Penn en “La Jauría humana”, y nuevamente nuestro querido Brando, ya un poco más gordo, termina sangrando en el suelo. Hago la mención a su gordura, algo que le preocupaba mucho. El símbolo sexual de los ’50 sucumbía ante el mal que aqueja a la mitad de los estadounidenses hoy en día, la obesidad. Murió pesando 130 kilos y con una diabetes que tenía gravemente afectada su vista. Pero de seguro que hasta en esos días antes de morir se creía el mejor.
Entre finales de la década de los ’60 y principios de los '70, mientras lo daban por muerto, se convirtió en Don Vito Corleone, en “El Padrino” (1972). No tengo palabras para alabar su actuación en esta notable cinta. Sólo quiero recordar la escena en que ve el cuerpo de su hijo Sonny Corleone acribillado y ensangrentado a más no poder. Sus palabras: “mira como han dejado a mi muchacho”, con su rostro desfigurado por la pena, es simplemente estremecedor. 1973 y levanta la polémica con “El Ultimo Tango en París”. La escena del llanto en la tumba fue elegida unas de las secuencias mejor logradas en la historia del cine, según uno de estos típicos estudios de revistas inglesas que siempre hacen ránkings de cualquier cosa, y con los que no siempre estoy de acuerdo. En aquella ocasión sí lo estuve.
Nuevamente desaparece del mapa. Sólo hay noticias de él por su gordura y por sus problemas maritales. Pero tenía que llegar el broche de oro (uno más). 1979 y nuevamente Coppola lo elige para una más de sus locuras fílmicas, “Apocalipsis Ahora”. Esta vez era un rol menor en el papel. Sólo eran 25 minutos. Sólo aparecía al final. Sólo con esta película descubrí lo que era el HORROR. Sólo él podía hacer un papel así. Sólo él podía decir que había visto el HORROR con sus propios ojos, cuando tuvo que ver los brazos cortados y amontonados de niños vietnamitas recién vacunados. El HORROR en el cine, y en la vida, lo conocí con Brando.
Desde 1979 hacia sus últimas cintas, lo sumerge la irregularidad. Aún así provoca (y evoca) sensaciones. “Una árida estación blanca” (1989), de Euzhan Palcy lo muestra como un defensor de la discriminación racial. Otras para destacar, a pesar de que para muchos ya estaba muerto, “Don Juan de Marco” (1995) y “El Bravo” (1997). De la primera no importa quien la dirigió, importa que conoció a Johnny Depp y que se hicieron amigos. Tanto así que en el debut del otrora “joven manos de tijera” como director, en “El Bravo”, Marlon Brando aparece con un pequeño personaje viejo y postrado en una silla de ruedas, hablando de la muerte, de las sombras, del poco temor que hay que tener ante aquel estado (¿visionario?).
Brando único, Brando por siempre. Colectivo Stranger homenajea a Brando, el más rebelde, el más polémico, el más infeliz, el más duro, el mejor actor de todos los tiempos.
Nota: Seguimos esperando a quienes se quieran integrar al colectivo. En junio se viene el Relanzamiento. Hoy hemos tenido una reunión en un lugar al que seguramente Marlon Brando nunca fue en vida, y al que nunca irá en el más allá. Provechoso encuentro y diálogo cinematográfico. Saludos a sus protagonistas: Paula, Mario y Alejandro.
Dice la leyenda que James Dean admiraba tanto a Marlon Brando que lo llamaba reiteradamente para pedirle consejos. Dean le llegaba al hombro a Brando. Literalmente. En los reportajes del año pasado sobre el aniversario de “Rebelde sin Causa”, se intentaba seguir mitificando la idea de la gran capacidad actoral de Dean y que cómo había llegado a la interpretación desde un pasado tan difícil. Y seguramente se va a seguir con esa sobrevaloración por muchos años más. Pero diablos, pobre Marlon. Él sí que sufrió. Pero bueno, el comentario sobre su vida personal, es sólo para aclarar que él era en verdad quien mandaba a la mierda a todos y no Dean. Dean era un afeminado al que le gustaba que le apagaran los cigarrillos en la espalda (y no es mentira). Y no digo con esto que no tolere a los afeminados, pero no me vengan a hablar de rebeldía y de ícono popular de la agresividad generacional, porque no lo fue.
Pasando a otra cosa, todavía se espera el supuesto DVD en que Brando enseña a actuar. Todavía se espera su segunda aparición en Los Simpsons. Recordemos la primera en donde le decía a Homero: “soy el actor más gordo, pero también soy el mejor”. Lo más cómico es que probablemente Brando no tenía idea quienes eran Los Simpsons.
El cine estadounidense siempre criticado, siempre aborrecido, tiene en Brando a alguien con el que pueden salvarse y no recibir absolutamente ningún dardo. Sí, no me vengan con cosas. No, ninguno mejor que él. Peter O'Toole? No. Anthony Quinn? No. Paul Newman? No.
“Un Tranvía llamado deseo”, de Elia Kazan y la imagen que quedó inmortalizada con Brando con la musculosa sudada, y gritando como loco desde el patio a su sufrida esposa -Stella-. “Nido de Ratas” y la consagración definitiva en manos de un boxeados decadente –Terry Maloy- que termina masacrado por una golpiza. 1966 y el pueblo desenfrenado que propone Arthur Penn en “La Jauría humana”, y nuevamente nuestro querido Brando, ya un poco más gordo, termina sangrando en el suelo. Hago la mención a su gordura, algo que le preocupaba mucho. El símbolo sexual de los ’50 sucumbía ante el mal que aqueja a la mitad de los estadounidenses hoy en día, la obesidad. Murió pesando 130 kilos y con una diabetes que tenía gravemente afectada su vista. Pero de seguro que hasta en esos días antes de morir se creía el mejor.
Entre finales de la década de los ’60 y principios de los '70, mientras lo daban por muerto, se convirtió en Don Vito Corleone, en “El Padrino” (1972). No tengo palabras para alabar su actuación en esta notable cinta. Sólo quiero recordar la escena en que ve el cuerpo de su hijo Sonny Corleone acribillado y ensangrentado a más no poder. Sus palabras: “mira como han dejado a mi muchacho”, con su rostro desfigurado por la pena, es simplemente estremecedor. 1973 y levanta la polémica con “El Ultimo Tango en París”. La escena del llanto en la tumba fue elegida unas de las secuencias mejor logradas en la historia del cine, según uno de estos típicos estudios de revistas inglesas que siempre hacen ránkings de cualquier cosa, y con los que no siempre estoy de acuerdo. En aquella ocasión sí lo estuve.
Nuevamente desaparece del mapa. Sólo hay noticias de él por su gordura y por sus problemas maritales. Pero tenía que llegar el broche de oro (uno más). 1979 y nuevamente Coppola lo elige para una más de sus locuras fílmicas, “Apocalipsis Ahora”. Esta vez era un rol menor en el papel. Sólo eran 25 minutos. Sólo aparecía al final. Sólo con esta película descubrí lo que era el HORROR. Sólo él podía hacer un papel así. Sólo él podía decir que había visto el HORROR con sus propios ojos, cuando tuvo que ver los brazos cortados y amontonados de niños vietnamitas recién vacunados. El HORROR en el cine, y en la vida, lo conocí con Brando.
Desde 1979 hacia sus últimas cintas, lo sumerge la irregularidad. Aún así provoca (y evoca) sensaciones. “Una árida estación blanca” (1989), de Euzhan Palcy lo muestra como un defensor de la discriminación racial. Otras para destacar, a pesar de que para muchos ya estaba muerto, “Don Juan de Marco” (1995) y “El Bravo” (1997). De la primera no importa quien la dirigió, importa que conoció a Johnny Depp y que se hicieron amigos. Tanto así que en el debut del otrora “joven manos de tijera” como director, en “El Bravo”, Marlon Brando aparece con un pequeño personaje viejo y postrado en una silla de ruedas, hablando de la muerte, de las sombras, del poco temor que hay que tener ante aquel estado (¿visionario?).
Brando único, Brando por siempre. Colectivo Stranger homenajea a Brando, el más rebelde, el más polémico, el más infeliz, el más duro, el mejor actor de todos los tiempos.
Nota: Seguimos esperando a quienes se quieran integrar al colectivo. En junio se viene el Relanzamiento. Hoy hemos tenido una reunión en un lugar al que seguramente Marlon Brando nunca fue en vida, y al que nunca irá en el más allá. Provechoso encuentro y diálogo cinematográfico. Saludos a sus protagonistas: Paula, Mario y Alejandro.